De lo que pasa en el mundo
por Dios que no entiendo na'
el cardo siempre gritando
y la flor siempre callá (Coplilla gitana)
(Lo que oye el que escucha.- Que buena parte de las becas Aprobé del IEA se han ido al Sindicato o a muchos recomendados mientras multitud de niños de veras necesitados no reciben el estímulo. Por cierto ¿a cuanto equivaldrá la calificación del que va a clase con una tortilla y un vaso de agua en el estómago frente a la del que va con la panza llena?. Las becas han de ser para quien las necesita.)
Mi generación ya se hizo vieja. Los que en mil novecientos sesenta y ocho cumplieron dieciocho años están a un sexenio de ingresar a la vejentud y cambalachar su credencial del MAR (movimiento armado revolucionario) o del MURO (movimiento universitario de renovadora orientación) por la credencial del INSEN y obtener descuentos en la compra anticipada de su plan de inhumación.
MAR y MURO, agrupaciones extremas (extrema se tangunt) de izquierda y derecha respectivamente que en aquellos años se disputaban el control de los organismos estudiantiles, de las porras y los porros. Treinta y tantos años después, de la primera muchos desaparecieron en lo que han dado en llamar guerra sucia, magnificando un supuesto movimiento represivo que no tuvo ni con mucho las magnitudes de lo sucedido en Chile o Argentina, otros, pocos se dejaron uncir al carro de la Revolución Institucionalizada y ahora suspiran por las prebendas y canongías perdidas, que sin embargo aspiran a recuperar, otros mas, idealistas irredentos o con neurosis de idea fija, se quedaron en 1968 como el personaje de la frustrada y frustrante película de Ignacio Retes "El Bulto", con al agravante de no contar con final feliz.
Obesionados patológicamente con castigar un culpable impersonal (el gobernante es una personificación del poder así como el patrón es una personificación del capital) se empeñan dentro de su monomanía en lograr las reivindicaciones que de ocurrir no traerían consigo ningún cambio social. Satisfecha una sed de venganza su vida carecería de sentido como ya no lo tiene, según yo creo, atormentarse reviviendo un pasado que no va a cambiar.
Jurídicamente, no puede soslayarse, es una aberración el tratar como genocidio los tristísimos y aberrantes hechos del 68, menos aún los del 71. Pero aún si lo fueran sería una violación de los derechos humanos (esa sí clarísima) la aplicación retroactiva de un tratado que veinte años después afirma que lo que haya sucedido antes no prescribe. Finalmente en su quinto informe de gobierno Gustavo Díaz Ordaz asumió la total responsabilidad del '68 y él era el jefe supremo del ejército y el presidente de la república. Para sus inferiores y todos lo eran, es una excluyente de responsabilidad actuar acatando sus órdenes.
(Lo que ve el que mira.- Llega nuestra ciudad a su cumpleaños mugrosa y descuidada. La degradación que ha sufrido lo que suelen llamar centro histórico es patética. La invasión de las calles y banquetas por todo tipo de artefactos, puestos ambulantes, semifijos y fijos, ¡Vamos hasta una fonda de carnitas sobre Pedro Parga a media cuadra del Parián!. La contaminación visual y auditiva es ya intolerable. ¿Hasta cuando alguien se decidirá a poner orden?. Es por el bien de todos.)
De la segunda, del MURO, transformados en su actitud beligerante y violenta y apoyados en los intereses del capital, muchos de los que en sus filas se formaron han sentado sus nuevas posiciones dentro de los gobiernos del cambio. Su venganza ha sido terrible, mientras sus antagonistas de la extrema izquierda se han desdibujado en la actual situación del péndulo de la historia, su ideología de derecha suavizada para ocultar su rostro despiadado los ha llevado a encabezar organismos políticos y sociales, mientras los otros rumian su impotencia soñando una venganza extemporánea.
La marcha del dos de octubre en la ciudad de México y las que se congregaron en diversas ciudades del país no tuvieron la presencia y el eco de otros tiempos. Las inquietudes de la sociedad han cambiado. Las preocupaciones se han transformado. Los puntos que en el 68 parecían inasequibles ahora son tan cotidianos que nos resultaría impensable el país sin los espacios democráticos que se han logrado, sin la alternancia que vivimos, sin la libertad de expresión que aprovechamos. El fondo y el tono del debate nacional debe cambiar.
Felipe González, el de España, hace unos días fustigó a la izquierda mexicana a la que calificó estar atrasada cuarenta años y la exhortó a asumir una posición modernista emparejando el paso con las nuevas tendencias que vive el mundo, en particular Europa, que, digo yo, ha recuperado el paso a la cabeza de las nuevas tendencias humanistas.
El debate no se puede ya centrar en las posiciones dogmáticas de una izquierda y derecha tradicionales, sino en una nueva visión del hombre y de la sociedad posmoderna.
Lo que debería estar en disputa no es el castigo de un individuo sino la concepción del hombre y del mundo. Cuando la tecnología de la información y en especial la biotecnología están cambiando a la humanidad resulta especialmente actual el castigo de Lot. El que voltea para atrás se convierte en estatua de sal.
(Alabanza en boca propia es vituperio.- Se homenajeó a los que han sido tesoreros del estado. Sobre algunos lo mejor que la historia podría hacer sería tenderles un discreto velo de silencio ya que las acciones legales han prescrito. Persiste sin embargo en su nicho aparte el recuerdo de Señores como Don Aquiles Rodríguez o Don Pedro Rivas.)
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