Wednesday, September 01, 2010

La ejecución de 3 no-personas

 
“El hombre inventó el lenguaje, cuando se le olvidó comunicarse” René Rebetez

(La expulsión de Luis Armando.- El comité ejecutivo nacional del Partido Acción Nacional determinó expulsar del partido al Ing. Luis Armando Reynoso Femat, por “traición al apoyar al Ing. Carlos Lozano de la Torre en las pasadas elecciones para gobernador”. Próspero Garduño, el filósofo de barriada, comentaría: Si se expulsara del PAN a todos los que han traicionado los principios que establecieron sus fundadores ¿Cuántos quedarían?.)

Y si en lugar del título “La ejecución de 3 no-personas” hubiera escrito “Asesinato de tres jovencitas” hubiera sonado en toda su crudeza, pero la jerga oficial y en vía de consecuencia, la periodística tienden a suavizar el impacto de las malas noticias con eufemismos. El hecho, el incontrovertible hecho, es la brutalidad de un asesinato a tres jovencitas indefensas, en los linderos o dentro, aún no se establece con certeza, de un lugar controlado por la policía preventiva, la llamada “zona de tolerancia” conocida como “Las violetas”. El hecho se suma a una serie de homicidios en las últimas semanas para los que las autoridades preventivas y las autoridades investigadoras no han tenido respuesta. 

El llamar “ejecución” al asesinato le da una connotación como si la víctima hubiera tenido responsabilidad por su muerte. El “ejecutado” quebrantó un código, sea policial, sea criminal, o bien se colocó voluntariamente en una situación de suyo peligrosa y su muerte (su asesinato) no es sino la consecuencia lógica de su comportamiento. La “ejecución” libera a la autoridad de culpa, finalmente el hecho es producto de las actividades, las relaciones, las conductas, de una persona que se encontraba en una circunstancia riesgosa por su propia voluntad. La versión oficial de la “ejecución” es el enfrentamiento entre grupos de delincuentes al que la sociedad civil es ajena y ciertamente inmune.
Las declaraciones de las autoridades en torno al asesinato de las jovencitas son indignantes. Se trataba dicen de “prostitutas”, por lo tanto se colocaron en una situación riesgosa de la que no es reponsable la autoridad. Su muerte no es sino un “castigo” más o menos merecido por su actividad antisocial. No sólo eso, habían quebrantado los códigos sociales, se habían escapado de su casa, por lo tanto, parecen dar a entender, habían trasgredido los límites dentro de los cuales se puede proteger a un ciudadano. Los eufemismos, a los que somos tan dados los mexicanos, no disminuyen un ápice la inseguridad en que vivivimos, la incapacidad policíaca para la protección de los ciudadanos y la ineptitud para resolver los delitos.

Los eufemismos son palabras “políticamente correctas” o “políticamente aceptables” que sustituyen otras que nos ofenden, nos lastiman, o nos enfrentan con realidades incómodas. Llamamos “adultos en plenitud” a los viejos por evadir el hecho de la pérdida de respeto para los mayores. Llamamos “personas con capacidades diferentes” a los que carecen de un miembro o de una función y descansamos de la responsabilidad que tenemos como sociedad frente a nuestros discapacitados. Llamamos “invidentes” a los ciegos, como si esa denominación atenuara su desgracia. Llamamos “levantón” al secuestro, “presentación” a la detención ilegal, “arraigo” a la detención prolongada sin elementos para consignar, “inteligencia” a la denuncia, traición o “soplo” que conduce a la detención de un delincuente, llamamos “ejecución” al asesinato, y así podríamos seguir con un catálogo que lamentablemente cada día crece mas.

(El Infor-Mito presidencial.- El deber presidencial de informar sobre el estado de la administración pública al Congreso de la Unión, tiene el sentido de dotarle de elementos para legislar. Presencial o por escrito es lo mismo, mientras no se pueda interpelar al jefe del ejecutivo y discutir abiertamente las políticas públicas. Hacerlo implicaría no sólo cambiar el formato del informe sino la concepción presidencialista del gobierno. Mientras eso sucede seguiremos los mexicanos entretendiéndonos más o menos con ese “mito” que es el informe del ejecutivo.)

En las sociedades esclavistas había una gama de individuos que para el derecho no eran considerados personas sino cosas. Los esclavos no tenían familia, no tenían bienes, no tenían relaciones sociales, no tenían derechos. Con la civilización la consideración jurídica se ha transformado, las sociedades modernas no admiten la esclavitud, no al menos la connotación de ciertos individuos como cosas, pero la vida real situa a muchos individuos como no-personas. Un limosnero, un limpiaparabrisas, un vendedor ambulante, los niños, y otros seres por el estilo son no-personas. Miramos a través de ellos, son transparentes, no nos percatamos de su presencia, ignoramos sus carencias, y aunque nos hacemos disimulados su presencia nos incomoda. Le invito amable lector a realizar un ejercicio sencillo, recorrer el centro histriónico de Aguascalientes por la noche, encontrará una decena de no-personas que pernoctan en la calle, en una banca de la plaza, en un quicio de una puerta, en un rincón de catedral...Con un poco de atención veremos deambulando personas enfermas mentales, a las que rechaza su familias y el estado no tiene un lugar para su atención y cuidado. Son no-personas.
En un reglamento de la prostitución de los años cuarenta, de aquí de Aguascalientes, se señalaba la prohibición a las prostitutas de salir a la calle entre las ocho y las catorce, y entre las dieciséis y las veinte horas, no se fueran a topar con las “buenas conciencias”. El reglamento ya no es vigente, la prostitución no es un delito, sino en determindas circunstancias una falta administrativa, pero la prostituta se ve como una no-persona. No importan las circunstancias sociales que la orillan a una actividad de supervivencia, lo que importa es que perturban el “buen nombre y buena fama” de que gozamos las gentes de bien. Son no-personas.

Las autoridades se alquilaron no para dar explicaciones o justificaciones, de “lengua me como un plato” dice el refrán popular, sino para dar resultados. Sin eufemismos, sin evasivas, sin lenguaje “políticamente correcto”, sin actuaciones para los “medios”. Como sociedad tenemos el derecho de exigir resultados y las autoridades el de brindarlos. Si no pueden, renuncien...

(Guía para elegir.- Dicen, pero ha de ser mentira, aunque no por ello menos cierto, que habiendo muerto el prior del convento en el que se encontraba Santo Tomás de Aquino, y hallándose en trance de designar al nuevo prior, un grupo de monjes fue a pedir consejo al santo. Fray Esteban le dijeron es un santo: “Que rece por nosotros” contestó. Fray Junípero es un sabio: “Que nos aconseje” dijo. Fray Ventura es un líder: “Que se ponga al frente y nos guíe”, concluyó el Santo. Las personas han de ser elegidas por sus aptitudes para desempeñar la labor, si además tienen otras cualidades, ¡Enhorabuena!.)

  

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