“Matadlos a todos, Dios sabrá reconocer a sus hijos” Arnaud-Amaury arzobispo y duque de Narbona.
(Se enojó Carlos Ramírez.- El prestigiado columnista de Indicador Político escribió un artículo la semana pasada en el que defendió el fuero militar. Le envié el siguiente correo: “Después de leer su artículo de hoy, sólo me pregunto ¿Cómo se verá el señor Carlos Ramírez con uniforme militar?, ¿le quedará tan bien como al presidente Calderón?”. Me contestó: “Y después de leerlo me pregunto cómo se vería usted de payaso: natural”. Creo que se enojó. Ahora me pregunto si Indicador Político cambiará a “Religión y fueros”.)
Las pasadas acciones del Ejército Mexicano en contra de la delincuencia organizada, con excepción de la detención del sonriente “Barbie”, han arrojado saldos mortales de los “presuntos” delincuentes. Todos han atacado al ejército, todos se han resistido y todos finalmente han sido muertos por la acción defensiva de las fuerzas castrenses. Ningún sobreviviente, lo que habla bien de la capacidad de fuego del ejército y de su respuesta acorde con su preparación. Los daños colaterales han sido mínimos, y el incidente de tránsito en Monterrey con el saldo de dos presuntos inocentes muertos ante las ráfagas de una patrulla militar, ejemplifican claramente el riesgo de toparse con los soldados en cualquier circunstancia y mas aún el de rebasar un vehículo militar. En la búsqueda de la preservación del estado de derecho paadójicamente se han ido desarrollando actuaciones metajurídicas, por decirlo suavemente.
El desprecio para la vida humana que se atribuye, supongo que con razón, a los delincuentes organizados aunque habría que suponer también diversos níveles y tipos de organización delincuencial, se contagia al ciudadano común con la sicosis que la propalación de las malas noticias ocasiona, y terminamos por ¿asimilar?, ¿aceptar?, ¿tolerar?, ¿justificar?, ¿festinar?, la muerte violenta luego de “juicios” sumarísimos, de los “presuntos” delincuentes. Por supuesto no es de ponerse en duda la justificación de la conducta militar. Los mandos militares sistemáticamente se han colocado al margen de la Constitución al impedir la intervención de las autoridades de procuración de justicia, sean estatales sea federal. Las continuas quejas ante las comisiones de Derechos Humanos han provocado los reproches, si bien tibios, y las recomendaciones (respetuosas), que magnánimamente en algunas ocasiones han sido aceptadas por la SEDENA, sin que se conozca en que consiste la “aceptación”.
De hecho se vive en algunas regiones del país un verdadero estado de sitio. Situaciones que veíamos tan lejanas de nuestro México. Cuando el cineasta griego Costa-Gavras, en 1973 hizo su filme “Estado de Sitio” sobre el secuestro de un diplomático a manos de los tupamaros en el Uruguay, la película fue filmada en Chile. Cuando en 1982 filmó “Desaparecido” acerca de la desaparición forzada del periodista Charles Horman durante el golpe de estado de Augusto Pinochet, lo tuvo que hacer en México porque en Chile no existían las condiciones de libertad para realizarlo. Entonces, un tanto en broma nos preguntábamos, ¿Dónde se filmará la película sobre las desapariciones, los secuestros y la falta de garantías en México?. Se veía tan ajeno, se veía tan lejano, lo que ahora estamos viviendo.
(¡Perdónemos a Lares!.- Tedosio M. Lares, el más ilustre jurisconsulto que ha dado esta tierra, colaboró con el emperador Maximiliano como Ministro del Interior, fue el autor del primer Código de Comercio de México, escribió un tratado de Derecho Administrativo y fue congruente con sus ideas. El segundo imperio surgió de enfrentamientos entre mexicanos. Nuestro himno, el de Aguascalientes tiene un verso terrible “nunca Patria te muestres clemente, nunca a Lares le des tu perdón. Ya va siendo tiempo de perdonarlo, el tiempo restaña heridas.)
Hace unos años el director de otro diario, cuando yo hacía mis pininos en esto de emborronar cuartillas me dijo: “Hay que tener cuidado con cuatro temas, con el Presidente de la República, con la Iglesia Católica, con los Narcotraficantes y con el Ejército”. Con el tiempo los dos primeros se han desdibujado, el Presidente a partir del L.A.E. Vicente Fox y Sra. Fox, perdió todo glamour, toda prestancia, todo respeto, y desde luego durante el presente sexenio no se recuperará. La Iglesia Católica, lamentablemente por lo respetable que resulta su doctrina como regla de conducta, se ha encargado solita por las torpezas de la jerarquía, de perder presencia. ¿Qué se puede decir peor que lo que algunos de sus prelados han dicho?. Quedan los otros dos. Supongo, no lo se, ni quiero averiguarlo, que el narcotráfico sea todo lo que se dice y algo mas. Por su naturaleza está al margen de la ley. En un estado de derecho no se puede aceptar que nadie se coloque al margen de la ley. Nadie, tampoco la autoridad, tampoco el brazo armado de la autoridad. Hay que decirlo.
No quiero, no puedo, no debo aceptar que mis hijos y los hijos de mis hijos se acostumbren a ver como algo cotidiano y por ende normal, las muertes de mexicanos desesperados que primero fueron mexicanos desesperanzados. No quiero, no puedo, no debo aceptar que una institución emanada del pueblo actúe al márgen de la ley. Los romanos, que además de sabios fueron prácticos, crearon durante la república una magistratura extraordinaria: la dictadura. Se elegía dictador en caso de una catástrofe, de una guerra, de una epidemia, centralizaba la autoridad pero sólo podía durar seis meses. EL constituyente mexicano, también sabio, estableció que en situación de crisis el Presidente de la República con la aprobación de los secretarios de estado, el Procurador de la República y el Congreso de la Unión, podrá decretar la suspensión de garantías individuales por un tiempo determinado.
Hace unas semanas el General de División retirado Luis Garfias Magaña señaló en un programa de televisión, el desgaste que suponía para el ejército actuar como policía y verse reprimido por sus actuaciones realizadas en los términos en que está entrenado para hacerlas. Él proponía la necesidad de declarar el estado de emergencia y consecuentemente la suspensión de garantías en algunas zonas del país, estableciendo medidas de control como el toque de queda y retenes en las ciudadades, y hacer una batida contra la criminalidad. En esas circunstancias los ciudadanos sabría y actuarían en consecuencia del riesgo que implica la actuación militar.
Mientras se mantenga la intervención militar asimilada a la policíaca pero al margen de la legalidad, el riesgo para los civiles continuará latente y las posibilidades de conocer lo que realmente pasó en algunas acciones militares, serán prácticamente nulas. Los muertos no hablan mucho menos alegan.
(Veto a una biblioteca.- Inexplicablemente me dicen, el cabildo de Aguascalientes ha dado largas al arranque de una nueva biblioteca municipal, no obstante que se encuentran avanzadas las negociaciones para dotar de un buen número de libros a esta nueva unidad cultural. De por sí la gente lee poco y si no se les facilitan los medios...)
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