Wednesday, September 15, 2010

Orenday: punto final, Yo: punto y aparte.

Sólo por no dejar y por precisar algunos aspectos vuelvo sobre el tema al que mi cuate Arturo Orenday ofreció (¿amenazó?) oponerse: suprimir del himno de Aguascalientes la referencia a los "viles franceses" y la admonición de Esteban Ávila (autor de la letra del himno y enemigo político de Teodosio M. Lares) a la patria chica: "…nunca a Lares le des tu perdón". El pecado (mortal a juicio de los jacobinos): haber servido como ministro del interior durante la segunda etapa del segundo imperio con Fernando Maximiliano de Habsburgo. No se trata de aburrir al lector con una polémica que no terminará aquí, no obstante el punto final que mi cuate le puso en su escrito de anteayer, sino de cerrar un tema que yo mismo abrí.

No, no se trata de trasladar a la rotonda de las personas ilustres a los restos, por otra parte bastante deshechos a estas alturas, del jurista Lares. Supongo que de todas maneras no se sentiría tan a gusto en compañía de toreros y artistas y uno que otro ilustre circunstancial. No, se trata simplemente de reconocer con un mínimo de honestidad intelectual, que nuestros héroes no son héroes químicamente puros, y que los traidores lo fueron no por traidores sino por perdedores. La historia, dicen la escriben los vencedores. En el catálogo de paisanos y paisanas ilustres e ilustras (por emplear un lenguaje políticamente correcto), se han colado muchos que no resistirían el más mínimo análisis y que sin embargo las circunstancias, la miopía y sobre todo la desmemoria han preservado, pensemos, por decir algo, en Pedro Parga que termina sometiéndose a los realistas en Guadalajara, y a riesgo de cometer un pecado mortalísimo, pensemos en el mismo Juárez, que también tiene su historia.

No se trata tampoco de falta de causas, como a mi cuate Orenday le consta hemos recorrido y lo seguiremos haciendo, los campos de Montiel en busca de entuertos que desfacer, de doncellas que liberar, de gigantes que desapartar y de malandrines que enderezar, y, siguiendo las enseñanzas de Alonso Quijano el Bueno, buscar la justicia con la luz de la misericordia. Un himno, a mi juicio, debe ser una declaración de principios, no una oportunidad de venganza mezquina (como lo vió Esteban Ávila), verlo con altitud de miras, un impulso a las regiones de Ariel y no un anclaje a las moradas de Calibán, por recordar a José Enrique Rodó.

Por precisión también, conviene señalar que en el citado "Libro secreto de Maximilano" en el que mi cuate señala existe una anotación personal del emperador, fue publicado originalmente con el título "Los traidores pintados por si mismos" y fue reeditado en 1900 con la introducción de Ángel Pola, y nunca se señaló que fueran anotaciones del emperador. Señala la certificación del Oficial Mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores y Gobernación, que el llamado libro secreto fue un libro empastado a la holandesa que se encontró en la secretaría particular de Maximiliano (sic) que está ordenado alafabéticamente, con notas referentes a personajes de la época, que la mayoría están en francés y muchas de ellas de puño y letra de M. Eloin, que al parecer sirvió en la Secretaría Particular, que hay notas en español y en francés que nunca sabremos cuales son de M. Eloin (sic). Resulta curioso que en el tal "Libro secreto" aparezca la nota de Miramón en que lo señala como jugador empedernido que se jugaba el dinero del regimiento y a fuerza de sable recuperaba lo perdido en el juego y resulta curioso también que no exista referencia a Tomás Mejía. A mayor abundamiento sabemos que Maximiliano recogió su biblioteca, sus documentos personales, entre ellos su diario, y los envió a Europa. Su diario fue publicado en una edición expurgada por la archiduquesa (su madre) y proximamente aparecerá una edición completa traducida directamente del francés, en la que está trabajando nuestro paisano el Dr. Aurelio de los Reyes. La moraleja es que no hay que creer todo lo que se publica, menos aun cuando lo publican los vencedores hablando de los vencidos. Que la Corte dictó formal prisión a Lares, no lo dudo, después estuvo materialmente preso, después estuvo en el exilio. Fuera de contexto las cosas se aprecian diferente. Recordarán los amables lectores que la Corte en pleno fue a felicitar a José López Portillo por la estatización de la banca. ¿Entonces?...

En fin, el punto es, si la labor como jurista de Teodosio M. Lares nos permite considerarlo como un aguascalentense ilustre, y si su lealtad al pensamiento conservador nos permite juzgarlo, en la perspectiva del tiempo, como hombre apegado a sus principios y congruente en su actuar.

El diario siglo "XIX" vocero del pensamiento liberal, en su edición del 10 de enero de 1853 presentaba sus candidatos para la integración de un nuevo gabinete y refiriéndose a Tedosio M. Lares decía: "El Sr. Lares se ha distinguido siempre por su probidad; y su prudencia y las relaciones que tiene en todo el país, lo hacen muy a propósito para resolver las difíciles cuestiones a que el estado de las cosas da lugar en el ramo de gobernación. Además la instrucción pública quedaría bajo su cuidado y él que es notable como jurisconsulto y como literato, y que ha consagrado su vida a la enseñanza, procurará mejorar ese importante ramo de la administración"

Florence Toussant en su ensayo publicado por el Senado de la República señala: "Como ministro de Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública (de Santa Anna), produce un documento que, junto con sus Lecciones de Derecho Administrativo, lo sitúan como un pionero en el ámbito de la administración pública. Se trata del Código de Comercio de 1854. Este es el pimer código que se elabora en México y que pone las base para el surgimiento de los subsecuentes."

Don Antonio Carrillo Flores señaló también que la obra de derecho administrativo de Lares contiene concepciones que conservan o han conquistado validez y vigencia. Mantilla Molina reconoce también en sus estudios la importancia como jurista. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha divulgado su obra y los trabajos sobre su obra. El Senado de la República ha creado un reconocimiento al mérito jurídico con el nombre de Teodosio M. Lares. La Universidad Nacional Autónoma de México a través del Instituto de Investigaciones Jurídicas ha promovido y publicado estudios de reconocimiento a su obra. Me parece mezquino restar méritos a un hombre cuya principal culpa fue destacar sobre sus conciudadanos y permanecer fiel a sus convicciones: a su religión y a la patria.

Dejémosle a Don Teodosio M. Lares la palabra, en su carta manifiesto al emperador Maximiliano, condicionando su aceptación y la de los demás ministros señalaba: "Con el fin de promover la seguridad pública y asegurar la paz de los pueblos, es preciso fijar la atención sobre el estado que guardan las clases menesterosas. Mientras sus individuos no cuenten con intereses que defender y terrenos en que ejercer su industria, no han de tener apego al suelo en que naiceron, ni tomar parte en sostener una administración de la que no reciben beneficio alguno…"

¡Qué dolorosamente actuales las palabras de Lares! Ni los gobiernos liberales, ni los revolucionarios, ni los neoliberales han podido superar la pobreza endémica, la injusticia perenne, y el despotismo en el gobierno.


 


 

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