(Acta de Independencia.- Apenas 189 años se conmemoraron del acta de independencia, arranque formal de la patria mexicana. De modo que para el auténtico bicentenario todavía falta. Lo malo que todavía faltan once años. Lo bueno que ya no estará ni Calderón, ni Lujambio, ni Ebrard, ni el Peje…bueno…¿quién sabe?)
Antier fue la reapertura del Museo Posada. Sí recibí la invitación, sólo que la ceremonía sería a la hora de mis clases en la universidad, y siendo escaso el amor para que desperdiciarlo en celos, como decía mi mamá. Entre mis alumnos y los no mis alumnos, siempre prefiero a mis alumnos, especialmente este semestre en que la sintalidad de mis dos grupos ha empatizado bien con mi menda. Por cierto la invitación estaba un tanto fúnebre, aunque supongo que la pensaron elegante, pero no me imagino a Posada ni fúnebre ni elegante, sino todo lo contrario, vital e informal. ¡Debe haber sido un tipazo!. ¡Imagínese Ud. amable lector o lectriz, agarrar con Don Guadalupe la jarra, todo el marathón de Lupe Reyes, como según dicen solía hacerlo, con la chispa, la gracia, el ingenio, la irreverencia, sensacional!. Las invitaciones parecían como de inauguración de funeraria, agencia de inhumaciones o como ahora dicen, recinto funerario.
Con razón a los vecinos del “jodido” barrio de Triana (al que entre J.M. Romo y las remodelaciones casi se lo han acabado), les repugna la fachada nueva con vistas a la calle Díaz de León, y ya se sabe que “lo que repugna hace daño”. Es de una pobreza que una escuela prefabricada se sentiría avergonzada de tenerla. El proyecto original lograba un efecto interesante, de la fachada antigua que da al jardín mediante una transición repitiendo los elementos originales pero con un tratamiento mas moderno hasta volcarse a Díaz de Léon con un atrevido ejercicio plástico que, respetando los paramentos, se integraba con el entorno. La alusión a la obra de Posada en la composición del muro oriente era como una gran marquesina anunciando el surtidor de júbilo del genio atesorado en el museo. Para el museo no hubo presupuesto, pero hubo, por ejemplo, para una película que ya sacó un premiecillo en un festival, aunque con lo que se gastó en el filme se hubiera logrado el proyecto primero del museo, pero es que ¿sabe Ud.? Posada nunca sacó un premio y es que ¿sabe Ud.? la película nos ha dado publicidad mundial.
La realidad es que los museos de Aguascalientes se encuentran muy descuidados, será que, como dijo el director del ICA, lo malo es que en Aguascalientes padecemos de “museitis”. A lo mejor, uno no sabe, el tratamiento para la museitis es dejarlos a la buena de Dios, aunque uno piensa, que sería bueno que por lo menos se modernizara algo el cuidado y atención de los acervos. En cualquier tienda de discos, por ejemplo, el disco mas barato tiene un chip y en las puertas existen arcos magnéticos que detectan cualquier intento de sustracción. Los museos y galerías de Aguascalientes no disponen de mecanismos de seguridad similares, no obstante que según se sabe, han desaparecido varias obras, en administraciones anteriores.
Dice Víctor Sandoval que en México solo hemos tenido cinco genios: Sor Juana, Silvestre Revueltas, José Clemente Orozco, Juan Rulfo y José Guadalupe Posada. De ellos el mas universal, y el que mas ha influído en el arte mexicano es sin duda Posada. Tenemos en Aguascalientes, gracias a Víctor Sandoval y al entonces gobernador Francisco Guel Jiménez, el museo y la obra. Tuvieron que pasar treinta y tantos años para que se pensara en dar una remozada y luego la ampliación al museo. Sin embargo las carencias en el trabajo cotidiano del museo me constan. Con decirles que el museo ni director tiene. Es decir, nominalmente no lo tiene, aunque el “encargado” se multiplica, se divide, se mesa los cabellos, toca puertas y ventanas, se desespera y parece no pasar nada. No puede ser que el “Cristo” mocho, dicho sea con todo respeto a la figura más romántica de la historia como decía Oscar Wilde, sea mas publicitada que la obra de Posada. No puede ser.
Por cierto, que junto con la reapertura del muso y la inauguración de la sala “El genio de la estampa” en la que entiendo que participó importantemente el estimado amigo y primer Posadista de México, Mercurio López, y que tuvo una que otra friccioncilla con los museógrafos, que según me dicen, a veces piensan que la museografía es mas importante que la obra, se inauguró también una sala “José Luis Cuevas”, quizás como premio de compensación ya que no se le construyó el museo que se le había ofrecido. Malo para los dos, para el museo Posada y para el propio Cuevas. Se pretirió (sí, así con “t” por favor), nada menos que a Leopoldo Méndez, que tenía su salita en el museo, aunque no bautizada, se pretirió a Mantilla, precursor y gran maestro del grabado mexicano, se pretirió a Alberto Beltrán y a todo el Taller de la Gráfica Popular. Malo porque se “disminuyó” (es un decir) a Posada, restándole un espacio de su museo para dedicárselo a un buen pintor, pero con el que no tendría porque compartir créditos. Malo para José Luis Cuevas porque “su” museo quedó en una sala en la que su obra muy buena por cierto, “compite” con la de un genio.
Ya vendrán tiempos mejores, tiempos en que se justiprecie la obra de Posada y se le de en su tierra, la dimensión que en otros sitios se le reconoce. En que su museo sea un centro vivo de contaminación artística y no un mero compromiso de la burocracia cultural, de los intelectuales orgánicos.
(Que se quede el general.- ¿Por qué no? A vivir entre nosotros, al cabo Aguascalientes es querendón. Para la policía y mas si se sigue pensando en la policía única, y más si se trata de implementar el nuevo sistema de justicia penal y mas si se trata de garantizar los derechos humanos, se requiere algo mas que la preparación y la disciplina militar. Digo, bueno, no lo digo yo, lo dicen los responsables de las agencias de Derechos Humanos.)
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