(Entendido y anotado Don Efrén González Cuellar.- Termino de leer tu carta a la redacción, me pongo el saco y aprovecho tu argumento, ¿por qué no me pediste explicaciones antes de condenarme?. El tema es libertad de expresión. De todos modos, como en la UAA imperó la cordura, el posible debate se queda sin materia y habrá que sobreseerlo. Mi afecto, mi respeto y mi amistad incólumes. Por cierto, creo que era Aristóteles quien decía que el bien para ser verdaderamente bueno tenía que ser oportuno.)
El pasado cuatro de octubre se conmemoró un aniversario mas de la muerte del llamado precursor de la independencia Francisco Primo Verdad y Ramos, quién fue bautizado con el larguísimo nombre que da título a esta columneja. El día de ayer dentro de una serie de conferencias organizadas por la UAA y por la Corresponsalía en Aguascalientes del Seminario de Cultura Mexicana tuve una charla en que yo detentaba el micrófono, con un grupo de acarreados universitarios, dos o tres amigos comprometidos y dos o tres despistados, con el tema de Primo Verdad. Creo que resultó interesante y entretenida, al menos los logré mantener despiertos durante la hora y pico que duró la plática. Pienso que el desprevenido lector podrá pescar dos o tes cosas de interés, si es que acaso sigue leyendo.
Como en Aguascalientes andamos escasones de hombres ilustres a veces tenemos que pedir prestados a los vecinos. Es el caso de Primo Verdad quién nació en la Hacienda de Ciénega de Rincón o de Mata, asiento de los marqueses de Guadalupe el 9 de junio de 1760. Es cierto que el acta de bautismo señala que el lugar corresponde a Aguascalientes, pero eso porque la capilla, que al parecer era ayuda de parroquia, pertenecía en la jurisdicción eclesiástica a la parroquia de la Asunción. Para efectos de la demarcación geográfico política la Hacienda dependía de la alcaldía de San Juan de los Lagos Jalisco. De manera que desde entonces hasta la fecha Ciénega de Mata ha pertenecido a Jalisco. En fin, pelillos a la mar, lo relevante no es eso.
Primo Verdad fue bautizado en la capilla de la hacienda, su padre era el administrador del gran latifundio y sus padrinos fueron, por supuesto, los marqueses de Guadalupe. Sin duda por ello pudo lograr hacer estudios fuera de la Hacienda y posteriormente ingresar al Colegio de San Ildefonso donde se graduó de bachiller en leyes. Mas tarde aprobó su examen de ingreso al Colegio de Abogados de la capital de la Nueva España y tras una brillante carrera en el foro, fue electo como síndico del común del Ayuntamiento de la ciudad de México.
A la sazón las autoridades del virreinato eran básicamente el virrey, que era el jefe de gobierno, superintendente de Hacienda, y tenía algunas funciones reglamentarias y judiciales, designado directamente por el rey; la Real Audiencia, integrada por siete oidores y tres fiscales, que eran órgano supremo de apelación, con el virrey decretaban los Reales Acuerdos, los integrantes eran designados por el rey y supervisaban la administración pública y de justicia; y los ayuntamientos de las ciudades y villas y de los pueblos de indios, que se encargaban de los servicios públicos y que eran electos por los vecinos, se integraban por 15 regidores, contaban también con síndicos del común, representantes legales del ayuntamiento y síndicos de Hacienda.
En el siglo XVIII habían pasado cosas que producían tensiones entre el gobierno español, el gobierno virreinal, la real audiencia y los ayuntamientos, sin contar las repercusiones con la jerarquia eclesiástica, los ricos comerciantes y los grandes hacendados, todos ellos españoles peninsulares y criollos. Desde el cambio de casa gobernante a la muerte de Carlos II de la casa Habsburgo y el ascenso al trono de los borbones se modificaron las políticas económicas y administrativas. La expulsión de los jesuitas de todas las posesiones de América había calado hondo en muchas instituciones de enseñanza y asistencia que administaban aquellos. El viejo proverbio de que cuando veas las barbas de tu vecino cortar...etc., seguramente preocupaba al clero. La designación de José Galvez primero como oídor y luego como Ministro de Indias apresuró los cambios administrativos en la Nueva España.
Las reformas borbónicas trajeron la creación de 12 intendencias siguiendo mas el modelo francés que el español tradicional. Los intendentes rendían cuentas a la corona y con su establecimiento debilitaron a los ayuntamientos y las alcaldías. Con el nuevo modelo se estrenaron nuevas formas de captación de impuestos. Las alcabalas ahogaban a los comerciantes, el clero se mostraba disgustado por la pérdida de influencia, los mestizos enojados porque los puestos principales los ocupaban españoles, los españoles inquietos por la nueva política borbónica.
En 1804 se decretó la Real Cédula de Consolidación de Deudas con el pretexto o justificación, si se quiere, del estallamiento de la guerra con Francia. En virtud de la Cédula se despojaron a las órdenes religiosas, al clero en general y a instituciones pías o públicas, de sus ahorros, censos, mutos, etc., se confiscaron tierras y se incautaron bienes, todo ello de manera forzosa, entregando a cambio vales del tesoro, que aunque reconocían un rédito anual de un tres por ciento, significó un golpe durísimo para la economía de la Nueva España.
La incursión napoleónica, la abdicación del rey Carlos, la renuncia de su hijo Fernando VII y la designación como regente en España de José Bonaparte, conocido con el simpático sobrenombre de “Pepe Botella”, ¿quién sabe por qué? desataron la crisis política en México. Seguramente auspiciados por el virrey Iturrigaray que contemplaba la posibilidad de dejar de serlo para ser rey, los integrantes del cabildo de la ciudad y en particular el síndico del común Francisco Primo Verdad y Ramos propusieron la necesidad, dadas las circunstancias de España, desconocer al gobierno de Pepe Botella, constituirse en junta de gobierno y preservar para Fernando VII la soberanía del virreinato, en tanto se solucionaba el conflicto en España. La propuesta parecería sensata, incluso en Valencia y Sevilla se habían constituído juntas semejantes, pero la Real Audiencia intuyó que el paso siguiente podría ser la independencia. Para los peninsulares la posición del Ayuntamiento significaba la pérdida del control y del poder. La Real Audiencia solicitó el discurso por escrito de Primo Verdad. Se sabe que antes de entregarlo hizo algunas correcciones de acuerdo con el Virrey Iturrigaray. Los oídores convocaron a una nueva junta en donde cuestionaron a los miembros del cabildo y en particular a Primo Verdad. A preguntas del fiscal Aguirre, el síndico Primo Verdad precisó que la soberanía correspondía al reino y no al monarca. ¿Quién es el reino? preguntó Aguirre, Verdad acudió a las “7 partidas” de Alfonso el Sabio, “reyno se entienden los omes” (sic): La soberanía recae en el pueblo.
La Soberanía recae en el pueblo, luego, el pueblo podrá decidir su forma de gobierno. La junta de gobierno que se formaría convocaría a un congreso popular, renovaría la administración, restructuraría la justicia, etc., todo ello mientras regresaba Fernando VII al trono, ¿Y si no regresaba?. Los españoles peninsulares y los criollos decidieron no esperar. Un grupo de gente armada organizada y lidereada por el comerciante Gabriel del Yermo, la madrugada del 16 de septiembre de 1808, detuvo a Primo Verdad, a Fray Melchor de Talamantes, a otros regidores y puso bajo custodia al virrey. A las tres semanas Primo Verdad murió, no se sabe como, en la celda de la prisión. Semanas después Talamantes falleció de vómito negro(sic) en la prisión de San Juan de Ulúa a donde había sido trasladado. El virrey Iturrigaray fue enviado a España.
Las condiciones estaban dadas para el grito de Dolores.
(Ojos que muy apenas leen.- Gracias a la generosidad de Ana Elena Ibarra Loyola, tengo en mis manos a escasos días de su publicación en España el libro "Tauroética" de Fernando Savater, el filósofo vasco que se ha caracterizado por su trabajo en el campo de la moral. Entre otras interesantes consideraciones plantea la pseudo moral que "personifica" a los animales, un tanto hacerle a la Walt Disney, dotarlos de intereses, sentimientos y discernimiento. La condena a la fiesta de toros cuando persisten las granjas aviarias, los rastros, los animales domésticos esterilizados, etc., denota mas una posición ideológica que ética. Merece la pena.)
No comments:
Post a Comment