“Pide FCH reformar el fuero del Ejército” Reforma, sección nacional.
Fuero: Se denomina fuero a los privilegios o normas especiales que aplican a una o varias personas…
(Capacitación policíaca.- Se anuncia en el paseo de Lorena Martínez Rodríguez que la Policía Nacional Colombiana capacitará a los policías preventivos municipales de Aguascalientes. La pregunta es: ¿Quién capacitará al mando único?.)
Durante los vaivenes políticos del siglo antepasado en nuestro país, los gobiernos oscilaron entre el liberalismo más avanzado y el conservadurismo a ultranza. Los movimientos revolucionarios como el que en su momento tuvo como vocero a Francisco Primo Verdad y Ramos, encontraron la contrapartida en el cura Miguel Hidalgo y Costilla que encabezó más un movimiento reivindicador de los fueros, que se le salió de control convirtiéndose en un enfrentamiento casi racial; José Ma. Morelos si fue un revolucionario, sus “Sentimientos de la Nación” dan cuenta de ello, a los que seguramente dio forma Carlos Ma. de Bustamante. El Decreto Constitucional para la Libertad de la América Indiana conocida también como Constitución de Apatzingán inspirado en la Constitución de Cadiz de 1912 y seguramente influido por el pensamiento de la Revolución Francesa y la Independencia de las Colonias Norteamericanas, fue echado a un lado cuando avanzaron los conservadores con Agustín de Iturbide al frente, signando un pacto para la creación del primer Imperio Mexicano. Por cierto, ¿por qué será que a Don Agustín I lo han dejado fuera de las celebraciones independentistas?. Como quiera que sea fue el consumador de la independencia aunque junto con Vicente Guerrero y Don Juan O’Donoju, que no se nos olvide.
Después vino la constitución de 1824 otra vez con orientación liberal, pero la aparición del personaje mas carismático de la historia mexicana, después de Carlos Salinas de Gortari desde luego, Antonio López de Santa Ana, presidente de México “n” veces, reinvindicó los fueros de la “religión” y del ejército. Fueros que resultaban ofensivos para una república democrática pero naturalmente el gobierno de Santa Ana tendría todo menos democracia. La aparición de Benito Juárez y su reivindicación del pensamiento liberal trajo la desaparición de los fueros, como debe ser en un gobierno mínimamente republicano y con aspiraciones democratizadores. Don Benito no simpatizaba demasiado con la democracia ni con la república, como se acredita con sus sucesivas reelecciones, pero al menos en el papel conservaba la apariencia democrática. La pesadilla del segundo imperio pasó rápido, se sucedieron levantamientos, gobiernos mas o menos pasajeros hasta el encumbramiento de Porfirio Díaz Mori. Don Porfirio pacificó al país, lo modernizó, lo puso en el mundo y reivindicó los fueros religiosos y los militares. No constitucionalmente desde luego, la Constitución de 1857 era la Carta Magna, una carta de orientación liberal, de la que podría decirse como en la tradición virreinal “Obedézcase pero no se cumpla”.
Tras los treinta años de la “Paz porfiriana” las agudas contradicciones sociales y ¿por qué no? el péndulo de la historia nos trajo una serie de revueltas, alzamientos, asonadas, traiciones, asesinatos, etc., que vistos en forma retrospectiva llamamos Revolución Mexicana y que finalmente se institucionalizó (“whatever that means” dicen los güeros) con Plutarco Elías Calles, quien inventó el PNR que con el tiempo sería el PRI, que trató de acabar con los fueros religiosos y si no terminó con ellos, al menos les dio un buen susto, y relegó el papel preponderante que la jerarquía había jugado durante una buena parte de la historia de nuestro país. Cárdenas “socializó” a México, inventó una ideología para la revolución, instauró la educación socialista, acabó con la forma tradicional de explotación de la tierra, fraccionó los latifundios y destruyó la producción agraria, sirvió a los vecinos despachando los intereses europeos en el petróleo y se montó en el caballo de la revolución. Manuel Ávila Camacho, el “presidente caballero” despareció del PRI al sector militar. La revolución mexicana había terminado lo que había sido la lucha de muchos lustros. Al fin una república democrática. Al fin el pueblo al poder. Al fin desaparecieron los títulos nobiliarios, los fueros religiosos y los fueros militares.
Merece la pena reflexionar sobre el papel que el ejército postrevolucionario ha jugado en la historia de México, especialmente si lo contrastamos con la historia de otros países iberoamericanos. La llamada revolución mexicana, no Madero desde luego, dio paso a un ejército popular que a diferencia de los ejércitos sudamericanos en los que los “jefes” pertenecían a las aristocracias, se conformó mayoritariamente del pueblo. En Sudamérica no había familia que se respetara, que presumiera de prosapia en la que no se tuviera un obispo o un general. Don Porfirio había tenido buen cuidado de restar fuerza a su ejército, la creación de la “Acordada”, un grupo de guardias rurales que pacificaron el país con juicios y ejecuciones sumarísimas, fue un contrapeso para el ejército regular. El total de miembros del ejército porfiriano en 1910 escasamente llegaba a 19,000 efectivos, bastante menos de los que llegó a tener, por ejemplo, la División del Norte de Pancho Villa. El ejército mexicano de raigambre popular ha jugado un papel de estabilidad en el país, aunque aparentemente durante algún tiempo, un factor de equilibrio fue también la existencia del cuerpo de Guardias Presidenciales, grupo de elite, en su momento mejor armado, mejor preparado y con mayor capacidad de fuego que el resto del ejército.
A partir del gobierno contrarrevolucionario de Carlos Salinas de Gortari, la jerarquía religiosa volvió por sus fueros, el expresidente se apoyó en el Nuncio Apostólico y en el Cardenal y Obispo Primado de México, para legitimarse como presidente tras la tristemente recordada “caída del sistema”. La regulación de las asociaciones religiosas creó un nueva forma de fueros, dándoles una normatividad y privilegios diferentes a las de otras asociaciones. Ahora las necesidades de una guerra “declarada” por el Presidente de la República, sin el consentimiento del Senado, (requisito constitucional para declarar la guerra), han hecho que el ejército juegue un papel preponderante y que la presidencia se haya echado en manos de la milicia. En sus acciones los “daños colaterales” han causado la muerte de muchos civiles, en cuyo caso debieran haber intervenido los tribunales civiles tal como señala la Constitución. Si la iniciativa presidencial presentada al Senado de la República establece modificaciones a la disposición constitucional, estaríamos retomando el camino de “Religión y fueros”.
(Enchilada.- Clara Brugada, Jefa Delegacional de Iztapalapa declaró al obtener el record Guiness, “Es un símbolo (la enchilada gigante), no es simplemente un asunto de ganar internacionalmente este reconocimiento, sino de sacar a Iztapalapa de la nota roja”, Ora que como dice un amigo albañil, la mejor enchilada de Iztapalapa fue la que le dieron a Juanito, pero si lo que quiere evitar es la nota roja, pues que hagan enchiladas verdes.)
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