Wednesday, August 10, 2011

Regeneración o degeneración del Centro Histórico

"Obras son amores, et non buenas razones" Juan Ruiz Arcipreste de Hita.

Uno lee los periódicos y se entera de que desde hace varias décadas las autoridades estatales y particularmente las municipales se han preocupado por dignificar el centro histórico de nuestra ciudad, recientemente considerado por la Unesco patrimonio de la humanidad (un sector que comprende la plaza, catedral, la calle Venustiano Carranza y el jardín de San Marcos). Uno se cree lo que dice la información y espera encontrarse un centro limpio, ordenado, acogedor y se prepara para disfrutarlo. Ya se sabe que el celo de las autoridades las ha hecho cambiar de nombre a los programas de regeneración urbana que esencialmente son lo mismo: renueva se transformó en regenera, regenera en restaura, restaura en revalora y así mientras se siga pensando en forma egoísta y personal. Pero tenemos colección de escobas de oro y plata, diplomas, reconocimientos, preseas, etc., etc., que reconocen a nuestras autoridades como las mejores autoridades de... de cualquier parte.

Uno decide llegar al centro a partir de uno de los cuatro barrios tradicionales, por ejemplo la Estación y por mera curiosidad se pregunta ¿cuál es el barrio de la Estación? ¿qué comprende el barrio de la Estación? y luego pregunta a alguien que si sepa, Carlos Reyes Sahagún, por ejemplo, solo para desilusionarse, ni de Carlos sino de su respuesta: el barrió de la Estación no existe, no existió y seguramente ya no existirá porque ya no existe la Estación. ¿Y entonces? existía el barrio de Granaditas, el de los Caleros, la colonia Héroes, la Ferronales, la propia Estación de los ferrocarriles y la Maestranza, pero no había tal barrio, fue una licencia poética de Jesús Reyes Ruiz, que a partir de su "Romance de los cuatro barrios" inauguró una tradición imaginaria que ha dado para mucho. En fin, pelillos a la mar ¡vamos al centro!.
Empiezo mi recorrido en la entrada del parque Tres Centurias, hacia el centro paso por la antigua secundaria ferrocarrilera, luego antigua secundaria del Instituto de Ciencias, luego antigua secundaria de la UAA, y próximamente ¿quién sabe?. Luego los antiguos baños de los Arquitos, regenerados de manera curiosa, parchando la cantera con cemento en vez de sustituir las partes rotas o enfermas, simulando un almohadillado en la pared con pintura en vez de hacerlo con mampostería, en fin no daba para mas. La calle, es decir la calzada, ha perdido sus casas más características, aunque conserva una vecindad que es una muestra viva de un pasado que se nos escapa. Si por mala suerte pasamos un martes, un jueves o un domingo nos encontraremos con una muestra terrible de desorden urbano: el tianguis de la Purísima, los puestos invaden la calle al extremo de que los carriles de circulación se reducen a uno sólo, a ciencia y paciencia de la autoridad de tránsito, la de mercados, la de salubridad, etc..
Pero hay que llegar al Centro, La calle Juan de Montoro parece pertenecer a una ciudad bombardeada, no hay cuadra que no tenga una casa derruida, un lote baldío o un estacionamiento habilitado simplemente con la demolición de una finca. Pensar que esta calle es una de las más antiguas y alguna vez la más importante de la ciudad. Ahora, es una muestra de lo que ha sido la regulación de la autoridad, una regulación nula, que ha permitido el deterioro de las fincas hasta el punto que constituyan un peligro y entonces se justifique su demolición. Muchas de ellas han sido intencionalmente dañadas para acelerar su destrucción.
Al fin llegamos a la Plaza. ¿qué es esto? un vulgar tianguis. Un mercado es algo ordenado y limpio si lo comparamos con lo que aquí tenemos. En plena plaza de Armas toda clase de fritangas, fondas, estanquillos, ambulantes que no ambulan, vendedores de productos alimenticios de varias entidades, puestos de lo más disímbolo y antihigiénico y uno se pregunta ¿La autoridad que va a regenerar el Centro es la misma que autoriza este irregular mercado que degrada el centro de la ciudad?. El quincenario es el pretexto. La autoridad de mercados, la sanitaria y la de reglamentos se olvidan de cumplir y hacer cumplir la ley y se dedican a tomar medidas populistas que quizás también les reditúen algunos ingresos adicionales. No se comprende el empeño de hacer ver nuestra ciudad, alguna vez limpia, como un hacinamiento de puestos desordenados e insalubres, que bloquean el libre tránsito y que son productores de mugre y de basura.
La autoridad municipal utiliza como estribillo "la ciudad de todos" poniendo énfasis precisamente en el concepto de ciudad. Al margen de que se soslaya a las delegaciones rurales del municipio, se pasa por alto que el ordenamiento urbano implica la creación de zonas especializadas para lograr una convivencia armónica. Las zonas industriales deben estar agrupadas y preferentemente retiradas de las zonas habitacionales. Los mercados se crean para evitar el ambulantaje y controlar mejor la venta de ciertas mercancías, los jardines para proporcionar áreas de esparcimiento, las calles tienen espacios específicos para la circulación peatonal, las escuelas deben contar con accesos adecuados, los lugares de reunión deben tener ciertas características.
Conforme la ciudad se moderniza los servicios deben estar a la altura de su desarrollo. Es incompatible con la imagen de ciudad avanzada que queremos proyectar la profusión de puestos y vendimias. Agréguele que el equipamiento urbano se ha convertido en el blanco favorito de todo tipo de anunciantes, que no respetan, a ciencia y paciencia de la autoridad, cualquier espacio libre en un poste, una pared, una banca, etc.. Quizás podría justificarse la autorización a algunos comerciantes cuya mercancía fuese típica de Aguascalientes, que sirviera para promover a los artesanos o a los proveedores de servicios relacionados con nuestra ciudad y nuestras tradiciones. Sería una forma de estimular la identidad aguascalentense.
Es probable que la intención (de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno) sea buena, quizás se nos diga que se trata de "agitar" un poco la ya muy deprimida actividad económica, pudiera ser. Ello, sin embargo denota una visión miope, es decir de corto, muy corto alcance. Los comerciantes establecidos se ven afectados por la competencia dispareja de los ambulantes, los locatarios de los mercados ven disminuir sus ventas porque la gente se aleja del mercado si encuentra las mercaderías fuera de ellos, la población en general se lo piensa dos veces antes de aventurarse al Centro.
En fin, amable lector, si no tiene más remedio que ir al Centro, o si la curiosidad o la costumbre lo hacen aventurarse, ¡ármese de paciencia!. Se va a usted a enfrentar a una carrera de obstáculos. Los comerciantes establecidos sacan sus productos a la banqueta, los ambulantes dejan su nomadismo para plantarse y crecer como verdolaga en huerto de indio, el olor de las fritangas invade el ambiente, los magnavoces contaminan con toda clase de pregones, mugre y media ensucian calles y banquetas.
¡La apoteosis del populismo! Un puñado de votos bien vale autorizar a los mercaderes a costa del orden, la limpieza y la legalidad.

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