Friday, November 18, 2011

La perversión de la Universidad


(11-11-11.- Los aspirantes a agoreros aprovecharon la secuencia numérica, día 11 del mes 11 del año 11 para pronosticar, desde un día propicio para recargarse de energía hasta el fin del mundo a cargo de algún asteroide despistado. Sólo que el 2011 en numerología suma 4 y la suma total de los dígitos de la tríada es 8, el número de la fuerza, que se repite tres veces durante este mes. ¡Pseudo ciencia y pseudo religión!.)

Hace unos días, menos de una semana probablemente, escuche en la radio la noticia de que la Procuraduría General de la República y una importante universidad con sede en la ciudad de Mexico y sucursales en Guadalajara y Aguascalientes, habían celebrado un convenio con objeto de que la universidad ofreciera una maestría en Procuración de Justicia. Lo que no  está nada mal, pero me dejó la mosca chillando en la oreja, no tanto la nota cuanto su complemento, que señalaba que los planes, programas y contenidos serían proporcionados por la Procuraduría. La noticia y el convenio en sí mismos no significarían nada, salvo para algunos suspicaces como este escribidor que, como me decía mi papá, no dejo de buscarle chiches a las hormigas.
Dejemos de lado un momento a la procuración de justicia para plantearnos la visión generalizada de la Universidad, así con mayúscula, para no referirme  a ninguna en particular. Se afirma la necesidad, por no decir la obligación de que las casas de estudios doten a la sociedad de personal capacitado que se integre a la o a las cadenas de producción de las empresas para su mejor desempeño, lo que por sí mismo, tampoco parece mal, salvo para alguien excesivamente quisquilloso.
Pero dejemos de lado por un momento la Universidad como proveedora de engranajes para una cadena de producción para fijarnos en el tipo de promoción que en la actualidad realizan las universidades, por ejemplo: "Universidad Patito por el International Institute of Eficiency Patítica", "Todas nuestras carreras certificadas por el organismo regulador de la calidad universitaria en la América Latina con reconocimiento hasta la Patagonia". La Universidad recurre a otros organismos para asegurar su solvencia.
Cuando la universidad occidental surgió a principios del siglo XIII, (Bolonia y Paris se disputan el honor de haber sido la cuna de la institución), se creó para transmitir los conocimientos. En Bolonia, los comerciantes boloñeses que cada vez mas establecían importantes rutas de comercialización con Asia Menor, Mayor y con el resto de Europa, requerían de conocimientos jurídicos para formalizar sus transacciones, por ello empezaron a contratar juristas que tuvieran los conocimientos en comercio "internacional" para que los ilustrasen. Llama la atención que los alumnos al contratar a los maestros precisaban los temas que habrían de impartirse y, más aún, requerían de una caución por parte del maestro, que garantizara que enseñaría todos los temas que ofreciera impartir. Los estudian tenían no solo la mejor disposición sino el total interés para aprender.
Al reunir en sus claustros a los grandes maestros la Universidad pasó a ser no sólo la transmisora de los conocimientos sino el ámbito por excelencia para su creación y la depositaria del saber. Costó trabajo, pero la universidad se desembarazó de su origen religioso para, por el contrario, enarbolar la bandera de la libertad de investigación y la libertad de cátedra, universidad y libertad se vieron entonces como conceptos sinónimos.
Durante muchos años, varios siglos, la Universidad cumplió sus tareas institucionales, agregándose más o menos recientemente la vertiente de difusión o extensión, incorporándose como función sustantiva de la Universidad el participar a la comunidad a la cual se debe, los conocimientos, las experiencias y en general la cultura. En rigor esta función se ofrece de manera formalizada e informalizada. En algunos casos como cursos de extensión sin prerrequisitos académicos, en otros simplemente ofreciendo exposiciones, conciertos, conferencias, etc., para la comunidad en general.
La Universidad sobrevivió todos estos años como la entidad no sólo creadora, depositaria y difusora de las ciencias y las artes, sino de manera fundamental como el organismo certificador por excelencia de esos conocimientos. En algunos casos por méritos propios, en otros, por delegación del estado, que, como en otras áreas, por el mero hecho de ser el monopolizador de la fuerza, se arroga también el monopolio de la economía, el monopolio del saber, el monopolio de los monopolios. La función del estado, dependiendo de la concepción política o ideológica prevaleciente, puede ir desde un mero estado policía, limitándose a vigilar el orden y la seguridad, en tanto que en las concepciones totalitarias cubriría todos los ámbitos de la vida pública y no pocos de la vida privada.
En los últimos años, sin embargo, se ha dado un desplazamiento de las funciones sustantivas de la universidad. El desarrollo tecnológico requiere cada vez más de instalaciones, equipo y personal sofisticado, que sólo pocas universidades pueden obtener. Si se compara, por ejemplo el número de patentes que provienen de las áreas universitarias contra las que son registradas por el área empresarial, la ventaja para ésta última es apabullante. La universidad, cada vez más, se limita a ser repreoductora y transmisora de los conocimientos que se producen en otros ámbitos y que llegan a ella a efecto de que preparar el personal que las empresas requerirán. Las empresas se ahorran en buena medida la preparación, capacitación y entrenamiento que de otra forma tendrían que dar a su personal. ¿Para qué gastar en ello cuando la Universidad lo puede hacer con cargo a los propios capacitados o con cargo al estado?
Otro fenómeno de nuestro tiempo es el surgimiento de entidades privadas que trabajando concomitantemente con la empresa   se encargan de asegurar a ésta que los procedimientos y los contenidos correspondan a sus necesidades. Estas entidades certificadoras han alcanzado también a las universidades y la certificadora ahora es certificada.  Una empresa mercantil con intereses claramente mercantiles convierte en mercancía el otorgamiento de una mención que asegure que una entidad pública o privada realiza determinados procedimientos en la forma que dice que los realiza y estandariza los criterios para un sistema de mercado y de producción neoliberal.
Lo más grave, a mi parecer, es que la universidad ha abdicado de su papel social más relevante: ser la conciencia crítica de la sociedad. Analizar todas las corrientes de pensamiento, todos los criterios, todas las ideologías, exhibir las lacras, cuestionar las incongruencias, condenar las desviaciones, pero también exaltar lo positivo, estar siempre un paso adelante y tener la mira en el futuro.
¡Se lumen proferre!

(El candidato legítimo.- En la picaresca de la política nacional el Peje es un personaje imprescindible, es el patiño, es la pareja, es el contrapunto. Pudo haberse convertido en un referente digno como lo es el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, víctima del sistema cuyo sacrificio político contribuyó eficazmente a un proceso democratizador que aún no termina, el Peje prefirió la comedia al drama. Es la nota de color y el detalle chusco, pero en serio, no se le podrá tomar en serio.)






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