Wednesday, November 23, 2011

La Revolución se institucionaliza. (Apuntes para una charla que nunca se dio.)


N.B. Por complicaciones de logística, o de agenda como ahora se dice, no pude ofrecer la charla dentro de los festejos del Centenario de la Estación de Ferrocarriles, algo sucedió que se traspusieron las agendas, y ya no fue posible programarla. De cualquier forma no iba a decir nada que no se supiera, como ahora no escribiré nada que no se sepa pero, que, algunas cosas conviene recordar.


La Revolución Mexicana fue la primera revolución social del siglo XX, o al menos eso se nos dice. Lo que es innegable es que la Constitución de 1917 punto culminante de su segunda etapa consignó por primera vez en el mundo en una norma fundamental, las llamadas garantías sociales, derechos otorgados, reconocidos o logrados (por eso no nos vamos a pelear), a grupos en tanto grupos. La novedad dio origen al llamado derecho social que fue bautizado hasta 1949 por Gustavo Radbruch en su Filosofía del Derecho, pero que sin bautizo influenció a muchas constituciones europeas y latinomericanas.
Lo que ahora se cuestiona, es que haya existido un auténtico movimiento revolucionario sin solución de continuidad desde los primeras huelgas de Cananea y Río Blanco, hasta la consolidación de los cambios sociales que algunos sitúan con el Gobierno del presidente Plutarco Elías Calles, que tuvo que sortear la Revolución Cristera, que bien podría considerarse como una “contrarrevolución”, otros lo prolongan hasta el régimen de Lázaro Cárdenas, que le da un tinte socialista y no faltan los que aseguran que en realidad, el movimiento revolucionario termina con la designación del licenciado Miguel Alemán Valdés que inaugura la era de los presidentes abogados, acabando con la hegemonía de los generales.
Al menos parece claro que podemos visualizar tres etapas con intereses bien distintos, con peculiaridades diferentes, con programas políticos diversos que al parecer sólo coincidían en una apariencia democratizadora, conservando el lema, cada vez mas maltratado y cuestionado de “sufragio efectivo, no reelección, La primera etapa la Maderista con el “mártir” Francisco I. Madero que su ingenuidad y buenos deseos se estrellaron con los múltiples intereses que no alcanzó a vislumbrar, ni con la ayuda de los entes del más allá de las sesiones espiritistas a las que era adicto. La segunda es la etapa constitucionalista que tiene como figura destacada a Venustiano Carranza, que enarbola la bandera de la Constitución, pero no de una nueva constitución, sino la restauración de la Constitución de 1857, que consideraba traicionada con el golpe de estado de Victoriano Huerta, general posgraduado de West Point, etapa que culminará con la Constitución de 1917  que es el primer atisbo de institucionalización de la revuelta. La tercera se inicia con el asesinato de Carranza, que a su vez había ordenado el asesinato de Zapata, a aquel se dice que lo mandó matar Obregón, luego vino el asesinato de Francisco Villa, que no se sabe quien lo mandó matar, pero se sospecha del presidente, después el asesinato de Obregón próximo a las elecciones, y esta etapa termina, según se quiera, con el gobierno de Plutarco Elías Calles, o con el gobierno de Cárdenas y la deportación de aquel (los métodos se refinaron, para que matarlo si se podía deportarlo), o con el      
Gobierno del Gral. Manuel Ávila Camacho, que harto de generales (con su hermano Maximino tenía) que decide entregar el poder a los civiles.
Don Porfirio Díaz gozaba, sin saberlo, de sus últimos días en la presidencia, cuando concedió una entrevista al periodista norteamericano James Creelman. Don Porfirio que frisaba los ochenta había sorteado con éxito los casi treinta años de su mandato, había logrado pacificar al país, lo había montado en el tren del progreso, se desarrollaba una industria bien soportada, se había extendido la educación a gran parte de la ciudadanía, el ejército se había reducido a alrededor de 10,000 efectivos, (pocos si consideramos que la División del Norte de Pancho Villa llegó a tener 18,000 soldados), su último gran logro (que algunos olvidan) habría de ser la creación de la Universidad Nacional (su antecesora había sido clausurada medio siglo antes por Benito Juárez). En aquella entrevista don Porfirio abrió las puertas a la lucha electoral, manifestando que vería con buenos ojos que los mexicanos se preparan para el cambio de gobierno, lo algunos vieron con escepticismo y otros como Madero se lo creyó. A la mera hora, Don Porfirio dio marcha atrás y anunció que nuevamente se postularía para otro período de gobierno que seguramente terminaría en el Panteón. Madero escribió su libro “La sucesión presidencial en 1910”, tuvo que huir del país, proclamó su Plan de San Luis y anunció el arranque de la Revolución para el 20 de noviembre. ¡Sólo a un espiritista se le podría ocurrir anunciar una revolución con fecha y hora!. Sea como fuere, la revolución estalló, a las primeras escaramuzas en un último acto de dignidad Don Porfirio renunció. Asumió el poder Madero y cometió el error de conservar las viejas estructuras, su error le costó la presidencia y lo que es peor, la vida.
Venustiano Carranza se levanta en armas desconociendo a Huerta y enarbolando la bandera de la Constitución, muerto Huerta las diversas facciones se disputaban el poder. La Convención de Aguascalientes fue un intento de aglutinar a los diferentes grupos revolucionarios, pero la convención eligió un presidente villista Eulalio Gutiérrez, que Carranza no estaba dispuesto a reconocer. Los triunfos carrancistas apoyados por EE.UU. y comandados por Álvaro Obregón, dieron la presidencia a Carranza que, presionado convocó a un congreso para reformar la Constitución de 1857. Los congresistas se le salieron del huacal y promovieron una nueva constitución que maltrecha, parchada y violada multitudinariamente continúa siendo símbolo de unidad nacional (¡Gulp!). La cosa no acabó allí, los generales inconformes se levantaron en armas y continuó la matazón, hasta llegar a la presidencia Plutarco Elías Calles “el turco”.
Calles, dotado de una inteligencia práctica, gran sentido de organización, administrador nato, y con una sensibilidad política innegable tomó determinaciones, (él o a través de su testaferro Pascual Ortiz Rubio) que al menos cuatro de ellas, en mi modesta opinión, constituyeron las bases de la institucionalización de la Revolución y los cimientos del México moderno: la creación de un banco central emisor de moneda, el Banco de México; la fundación del Banco de Crédito Rural para impulsar la decaída agricultura; la autonomía de la Universidad Nacional, para desligarla del gobierno; y la creación del Partido Nacional Revolucionario que ahora es el PRI y que durante varias décadas fue factor de unidad, de movilidad social y de paz política.
Lo que vino después, es otra historia.       

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